Real Madrid y su pacto con la Champions: venció sufriendo al Borussia y bajó decimoquinta estrella

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No hay caso con el Real Madrid en la Champions League. El cuadro hispano venció al Borussia Dortmund y se coronó por decimoquinta vez en esta competencia.

El cuadro ‘merengue’ se impuso por 2 a 0 en el mítico Wembley, de Inglaterra, por goles de Dani Carvajal y Vinicius Junior.

Los españoles así confirmaron su estatus de ganador de la máxima competición. Ahora su ventaja es de ocho sobre su primer perseguidor, el Milan.

Explicar el Real Madrid es contar que el hombre que abrió la final, con un gol de cabeza, era el de menor en estatura de los 22 que estaban sobre el terreno de juego. Entender a este club es aceptar que Dani Carvajal, con su 1.73 de altura, fue el que se elevó por encima de los gigantes alemanes para derribar la resistencia del Borussia Dortmund.

Fue una final extraña, en la que el Borussia dispuso de 45 minutos de tener al Madrid maniatado, para que al final fueran los de Carlo Ancelotti los que, como llevan haciendo toda la vida, se salieran con la suya.

Esta vez, el disparo fue un vuelo aéreo de Carvajal. Un vuelo que desactivó la terrible primera parte de los blancos. El cuadro hispano salió a tener el balón, pero no a jugar el partido. La bola iba de lado a lado en sus dominios, pero era el Borussia el que sabía lo que tenía que hacer.

El desprecio de los alemanes a la pelota tenía un sentido, su partido pasaba por aprovechar la velocidad, los espacios y a sus extremos, a través de Karim Adeyemi.

Carvajal, el hombre de las seis finales, hizo aguas ante el talentoso jugador alemán, que se quedó solo contra Courtois en un balón al espacio de Hummels. Con todo el tiempo del mundo y una ventaja importante respecto a la línea defensiva y a Courtois, Adeyemi declinó el disparo y optó por rodear al arquero, con un toque rudo y nervioso que hizo que la pelota se marchara de ángulo y arruinara su momento de gloria.

No fue una jugada aislada, al error de Adeyemi le siguió un tiro al palo de Füllkrug, bien achicado por Courtois, y dos manos del belga, a Sabitzer y a Adeyemi. El Madrid salvó en la primera parte una estadística de Goles Esperados (xG), de 1,7, una locura, digna del duende del catorce veces campeón.

Ante esos 45 minutos tétricos del Madrid, sólo se podía esperar una mejoría. Ir a peor, o mantenerse en la misma línea, hubiera significado despedirse de la ‘Orejona’.

Y si algo tiene el Madrid es una resiliencia histórica para sostenerse, para sobrevivir en la irregularidad.

La segunda parte ya tuvo un aroma distinto cuando Carvajal apareció desde atrás para estrellar en la defensa una volea. Fue un primer aviso, al que siguió un paradón de Kobel a un tiro libre de Kroos.

El Madrid, poco a poco, pero con sus clásicos ‘infartitos’, como fue una parada de Courtois a cabezazo de Füllkrug, estaba en el partido. Había aterrizado justo a tiempo, sin prisa, cocinando el partido a fuego lento.

Nacho dijo en la previa que preferían empezar ganando, sin remontar, pero no dijo nada de no sufrir. Ancelotti sí lo advirtió: “es el partido más peligroso”.

Y ese miedo, peligro, preocupación y nervios que atenaza al cuerpo nada más acaba de sonar el himno de la Champions y se enfrenta al muro amarillo del Borussia Dortmund, lo vio desvanecerse Dani Carvajal cuando atacó el primer palo, en un córner de Kroos. El canterano, el hombre de la primera piedra en la nueva ciudad deportiva, fue el hombre que desatascó la noche.

El miedo, ese que muchas veces viene decantado por la suerte y por la mano con la que comiences la partida, pasó de bando. La presión, sobre los hombros de la Decimoquinta, fue a parar a los inexpertos alemanes, que regalaron el 0-2 y la final.

Maatsen, con una entrega catatrófica atrás, dejó en un dos para uno a Bellingham y Vinícius. El inglés, que había errado el segundo instantes antes, conectó con el brasileño, que en un tiro mordido dio el mordisco definitivo al título.

El decimoquinto en las vitrinas del club más grande de la historia de la Copa de Europa. El que marca el adiós de Kroos, que con el trabajo cumplido se fue señalando el escudo, ese que desde este sábado en Wembley cuenta con un título más.

Fuente: BioBio

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